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JOHN BOLAND, EL DOBLE CAMPEÓN QUE IBA A LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ESPECTADOR

Esta es definitivamente una historia de una época pasada donde los hechos que acontecieron se antojan imposibles de repetir en los tiempos actuales. Es la historia de la primera medalla olímpica para Irlanda pero es mucho más que eso. Puede parecer difícil de creer pero lo que vamos a contar a continuación es totalmente cierto.

John Pius Boland fue un dublinés nacido en el lejano 1870. Si hablamos de él fue porque ganó ni más ni menos que dos oros olímpicos -además en un deporte que casi ni había practicado en la vida, el tenis- cuando había acudido a la celebración de los primeros de la era moderna, los de Atenas de 1896, como espectador. Ojalá fuera tan fácil alcanzar el estatus de (doble) campeón olímpico en estos tiempos de esa manera, pero todo tiene una explicación.

John Boland estaba metido en el mundo académico. Uno de los sitios que frecuentó fue la mismísima universidad de Oxford. Estando en ella, en 1894, Boland invitó a un conocido suyo, el griego Konstantinos Manos, a dar una charla en el sindicato de estudiantes de Oxford. Manos eligió como tema de la misma el sentimiento que se vivía en aquellos días de revivir los antiguos Juegos Olímpicos. Manos posteriormente invitó al irlandés a pasar la Pascua en la capital griega. Para cuando fue habían pasado dos años desde el encuentro en Oxford. Resultó que Manos formaba parte del Comité Organizador de los primeros Juegos, que estaban a punto de celebrarse encontrándose Boland en la capital helena. Boland pretendía acudir a ellos como espectador. Aunque, tras quedar huérfano con doce años sus padres adoptivos le habían enseñado varios deportes para que los practicara, justamente el tenis era despreciado por el bueno de John. Lo consideraba “decididamente inferior” al cricket. Aun así, durante una cena con un atleta griego de nombre Dionisios Kasdaglis se enteró de que no había suficientes participantes en el torneo olímpico de tenis y, sorprendentemente, aceptó entrar en el mismo. Estaba tan mal preparado (en realidad no estaba preparado en absoluto) que ni siquiera pudo encontrar unas zapatillas de tenis adecuadas. Créanlo o no, disputó todo el torneo con sus zapatos de cuero.

Es verdad que el plantel de inscritos digamos que le facilitó la consecución del oro, pues lo componían un haltera serbio, un lanzador de martillo inglés, un mediofondista alemán, otro australiano (doble oro en 800 y 1.500 metros) y hasta un luchador de lucha greco-romana. Así las cosas, Boland derrotó a tres rivales griegos hasta enfrentarse en la final al propio Kasdaglis, que representaba a Egipto al haber nacido en Alejandría. No solo le ganó, y con ello el oro en la competición individual, sino que repitió medalla en el torneo de dobles, haciendo pareja con el alemán Friedich Traun.

Su rocambolesca historia no acaba aquí. Boland, un ferviente patriota irlandés (recordemos que en esa época Irlanda aún pertenecía en su totalidad al Reino Unido) insistió en portar la bandera irlandesa -por aquel entonces verde con una arpa dorada- en la ceremonia de clausura donde se les darían sus premios a los ganadores, pero no se le permitió. Más tarde Boland pasaría un semestre de sus estudios universitario en Bonn y fue allí donde escribió un diario su experiencia olímpica. En él diría que haber vivido dicha experiencia acentuó su sentimiento patriota y le hizo profundizar en su identidad irlandesa que, como veremos, aplicó más adelante.

Un sello dedicado a John Boland

Desde 1900 a 1918 fue miembro del Parlamento Británico, concretamente en la Cámara de los Comunes por el condado de South Kerry. El partido al que pertenecía buscaba la Home Rule, el estatuto que dotaba al país de la Isla Esmeralda de cierta autonomía, aunque aún dentro del Reino Unido. Paralelamente se interesó sobremanera en la lengua gaélica irlandesa que no solo aprendió, sino que impulsó, consiguiendo que fuera asignatura obligatoria en la Universidad Nacional de Irlanda desde 1908. Asimismo se unió a la Liga Gaélica de Londres. Otros actos en los que apoyó lo irlandés fue ayudar a desarrollar la compra de productos elaborados en Irlanda y creó la etiqueta “Made in Ireland” o “Déanta in Éirinn”, que registró. Para rematar su sentido pro-irlandés la casualidad hizo que muriera un 17 de marzo, el Día de San Patricio, patrón de Irlanda.

Finalizamos diciendo que este peculiar personaje, que quedará para siempre en los anales olímpicos, llegó a recibir una orden de caballería papal, la de San Gregorio, por su trabajo en educación. Dos de sus hijas, además, destacaron, una como escritora y otra como político.

Una de las finales olímpicas que disputó John Boland

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