Camino a Tokio

PITA TAUFATOFUA: MUCHO MÁS QUE EL EXCÉNTRICO ABANDERADO DE TONGA

Todos han oído hablar (o visto la imagen) de este deportista que pese a estar siempre lejos de conseguir una medalla y tener un nombre imposible fue uno de los que más sonó en los Juegos Olímpicos de Río: Pita Taufatofua. Sí, aquel abanderado de Tonga que desfiló en la ceremonia inaugural de Río vestido únicamente con el ta´ovala, el traje nacional del ocenánico país, untado su cuerpo con aceite. En su día fue viral y lo volvió a ser cuando repitió de la misma manera…en plenos Juegos Olímpicos de Invierno (de Pyeongchang). Es posible que su conocimiento sobre él quede en esa anécdota, pero queremos descubrir lo que hay detrás de este “personaje”, que está lejos de repetir el caso del recordado “nadador” Moussambani.

Pita nació en Brisbane, Australia, hijo de padre de Tonga y madre australiana, sufriendo padecimientos desde niño al tener que vivir junto a sus seis hermanos y sus padres en una casa de una habitación que encima perdieron en una tormenta tropical. Vivió y se crió en Tonga y por este país es por el que ha competido siempre. Contrariamente a lo que pueda parecer, su participación en Río 2016 no se trató de un “regalo” del COI para que su pequeño país tuviera representación olímpica. Taugatofua ha practicado el taekwondo -deporte con el que participó en dichos Juegos- desde que tenía cinco años y antes de los Juegos de Río ya intentó ser olímpico en las dos ediciones anteriores. Durante los años, abundantes, de su práctica deportiva ha sufrido todo tipo de lesiones, incluyendo pasarse tres meses en una silla de ruedas y año y medio con muletas. No se trata, pues, de un advenedizo del deporte. Para llegar a los Juegos de Río se había clasificado en el torneo de Oceanía ganando la final ante el número 15 del mundo. Lamentablemente, durante ya el torneo olímpico en sí no pasó de su primer combate, que perdió, pero su popularidad se había hecho ya tan grande que reapareció en la ceremonia de clausura.

Cuando creíamos que el “fenómeno del abanderado de Tonga” iba a ser flor de un día y desaparecer con la estela que dejaron los Juegos de Río (en cuyos resúmenes de lo más recordado siempre había un sitio para la aparición estelar del tongano) nos volvió a sorprender con su intención de clasificarse para una edición olímpica…de Juegos de invierno. Esta vez las sospechas de “aprovechar” su popularidad sí podían asaltarnos, ya que Pita Tayfatofua eligió una modalidad deportiva desconocida para él hasta entonces: el esquí de fondo. Sin embargo, se tomó en serio el nuevo -y más difícil- reto. Pocos meses después de Río anunció su intención y empezó su aprendizaje de la técnica, aunque fuera de la forma más rudimentaria y barata posible: viendo carreras en vídeos de YouTube. Práctica no le faltó, pero tuvo que realizarla en esquíes sobre ruedas debido a la climatología de su país, que le impedía hacerlo en nieve. De todas formas para clasificarse para Pyeongchang 2018 debía pasar una prueba oficial en nieve. Junto con el mejicano Germán Madrazo y el chileno Yonathan Fernández alquiló una cabaña en Austria para entrenar en el país alpino e irse desplazando desde allí a diferentes pruebas. En enero de 2018 ya había participado en siete pruebas pero sus resultados no eran lo suficientemente buenos. Le quedaba una última prueba en Islandia para poder clasificarse, algo que finalmente consiguió pese a que casi no pudo ni participar debido a diversas tormentas de nieve y una avalancha. Era el último día de clasificación olímpica. Pita se convertía así en la segunda persona de su país en participar en unos Juegos Olímpicos de invierno.

Como dijimos antes, repitió “vestimenta” en la ceremonia de inauguración de los Juegos. Su papel en la carrera de los 15 km estilo libre también resultó descorazonadora, acabando en 114º lugar de entre 119 participantes.

La carrera del célebre tongano no ha acabado ahí. En abril de 2019 “amenazó” con repetir aventura…y con un nuevo deporte: piragüismo en Tokio 2020. La elección de esta disciplina deportiva no es casual, ya que quiere homenajear a sus ancestros polinesios. Su meta es participar en la prueba de 200 metros K-1. La primera oportunidad que tuvo para clasificarse (el Mundial celebrado el verano de 2019) fue infructuosa, pero aún le queda otra ocasión en febrero de 2020 en el clasificatorio de su continente. Pronto sabremos si este singular deportista, que seguramente no soñaba con vivir la experiencia olímpica más de una vez y, ni de lejos, alcanzar tanta popularidad, repita participación. Su popularidad, por cierto, le ha conducido a otro camino en su vida, convirtiéndole en protagonista de numerosos actos benéficos y en embajador de UNICEF, destacando el tiempo que dedica a entrenar a niños huérfanos para que desarrollen habilidades útiles para la vida. Igualmente, lejos de la imagen frívola que pueda traspasar, se dedica en cuerpo y alma a advertir sobre los peligros del cambio climático, que tanto afectan particularmente a su isla, Tonga. Una historia, pues, más profunda de lo esperado sobre un singular personaje que pertenece tanto como los grandes campeones al paisaje olímpico.

De abanderado en los Juegos de Río y Pyeongchang. Fotos de Reuters

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