Concienciados olímpicos,  Heroínas olímpicas

PATRICIA McCORMICK: HACIENDO HISTORIA EN LOS SALTOS DE TRAMPOLÍN OLÍMPICOS

La historia que están a punto de leer es la de una pluricampeona olímpica con una vida apasionante. Está en el Olimpo de los grandes campeones y, sin embargo, parece olvidada. Practicó el mismo deporte que Greg Louganis, que espero sí les suene al menos su nombre, sin embargo, ella realizó el logro del saltador estadounidense décadas antes que él. Louganis “simplemente” igualó a Patricia McCormick, que de ella hablamos. ¿A que no les suena su nombre?

Esta californiana ganó todo lo que podía ganarse en la competición de saltos de trampolín y lo duplicó. Fue la primera persona en ganar tanto en el trampolín de 3 metros como en la plataforma de 10 (en su época aún no existían los saltos sincronizados) y lo hizo dos veces: en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52 y Melbourne 56. Sólo una treintena de años más tarde el logro sería igualado -que no superado- por Greg Louganis. Si McCormick hubiera podido entrar a formar parte del equipo de su país en los Juegos de Londres de 48 su marca ya sería muy posiblemente inalcanzable, pero no lo consiguió por la nimiedad de 0.01 puntos en la clasificación nacional.

Nos hemos saltado un dato a destacar: cuando Patricia defendió con éxito sus títulos en Melbourne 56 lo hizo ocho meses después del nacimiento de su hijo Tim. Durante el embarazo no dejó de entrenar, incluso nadando 800 metros hasta dos días antes de dar a luz. Si piensan que el hecho de ser una madre reciente iba a perjudicar su rendimiento en los inmediatos Juegos se equivocan: Patricia McCormick ganó en ellos en la prueba de trampolín con más de 16 puntos sobre su más inmediata perseguidora lo que se convirtió en la victoria olímpica con mayor margen en la historia de este deporte.

Como suele ser habitual en el caso de muchos deportistas de élite, Patricia fue una niña muy activa practicante de varios deportes y actividades físicas. Pero la natación, el que más practicaba, le llegaba a aburrir. Un día, cuando contaba 13 o 14 años, un miembro del Los Angeles Athletic Club la vio tirándose de un trampolín y la fichó de inmediato. Fue el inicio de una carrera espectacular. Era tan buena que realizaba saltos que muchos hombres no eran capaces, incluso por miedo. Fue la pionera en muchos tipos de saltos, sobre todos los de tirabuzón, sus preferidos. McCormick figura como la primera mujer en realizar el doble twist (o tirabuzón) y doble twist y medio en varios saltos. Es más, en 1952 no la permitían saltar realizando un doble tirabuzón porque nadie más era capaz de hacerlo.

Si a los Juegos de Melbourne fue tras haber dado a luz pocos meses antes en los Juegos de Helsinki fue protagonista de otro mérito, quién sabe si aún mayor: seis semanas antes de las pruebas clasificatorias para los Juegos realizó una exhibición en la Base Aérea de Edwards. El problema es que la profundidad de la piscina era casi la mitad de las reglamentarias donde entrenaba y competía y, claro, se dio contra el fondo al saltar. En la cabeza. Requirió 50 puntos. Aturdida y preocupada le preguntó al médico que la atendió si tenía algún daño estructural. Al negárselo la saltadora se sintió aliviada. Sólo quería llegar a la cita olímpica.

De sus cuatro oros olímpicos prácticamente se puede afirmar que el único que le costó un poco fue el de la plataforma en Melbourne 56. El primer día de competición realizó un salto malo, que la colocó en cuarto lugar. Al día siguiente no acababa de despegar, obteniendo votos que no superaban los 7 y 8 puntos. Hubo de esperar a su último salto, un doble y medio adelante, y realizó el que siempre se consideró el mejor realizado en toda su carrera. Dieces y algún 9 y medio. Suficiente para su cuarto oro olímpico.

Ya retirada su vida corrió otros derroteros, más aventureros: subió al Kilimanjaro, surfeó en Hawaii, esquió en Suiza y navegó por el Amazonas. Participó en la organización de los Juegos de Atlanta 96, fue modelo de bañadores y se graduó en enfermería pero lo que más le ilusiona es su fundación “Los campeones de Pat” dedicada a motivar a los niños a que piensen en grande, asesorándoles con formas con las que lograr el éxito. Con motivo de Atlanta 96 quiso dar charlas en colegios, concretamente a niños “perdedores”. Hizo de ellos unos ganadores. También trabaja en la lucha contra la obesidad.

Su hija Kelly siguió sus pasos y se convirtió en campeona olímpica, el único caso de madre e hija campeonas olímpicas en la potencia que es Estados Unidas. Kelly incitó a su madre a tatuarse juntas los aros olímpicos. Patricia lo hizo modestamente, en el tobillo, y durante mucho tiempo se lo tapó con una tirita. Ahora, ya anciana, si alguien se lo ve le pregunta “¿Es que tienes algún familiar olímpico?” y ella siempre contesta “Algo así” porque contestar la verdad le llevaría mucho tiempo…

Foto de Heinz Bogler/Getty Images

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