Heroínas olímpicas

GABRIELA KOUKALOVÁ: LAS PENALIDADES DETRÁS DE UNA GRAN CAMPEONA

La biatleta checa Gabriela Koukalová (de soltera Soukalová) lo tenía todo justo antes de los Juegos Olímpicos de Pyeongchang: Ya poseía medallas olímpicas logradas en Sochi; había ganado seis medallas mundiales -dos de ellas de oro- y su paso por la Copa del Mundo era sencillamente espectacular, con seis Copas de Cristal en determinadas categorías y una global. Había sido nombrada Deportista del Año en su país en diciembre de 2017 y era, claramente, la esperanza checa para los Juegos que se iban acercando. Se postulaba como obvia medallista cuando, la temporada previa a los Juegos, la checa hubo de saltarse la competición. Se habló de una lesión en la pierna, de padecer una persistente fatiga; se llegó a decir que sufría un síndrome compartimental el cual le oprimía las piernas. Todo ello era cierto, pero su sufrimiento mayor sólo era conocido por ella misma. Ni siquiera su marido, el jugador de bádminton Petr Koukal, sabía el mal que la gran biatleta padecía.

Gabriela básicamente siempre se sintió presionada desde su infancia. Su madre, Gabriela Svobodá, había sido subcampeona olímpica de esquí de fondo y su medalla de plata, colgada en el salón del hogar familiar, persiguió siempre a la joven Gabriela, que se vio literalmente “forzada” por su familia a dedicarse en cuerpo y alma al deporte de élite. Más tarde sintió la presión de los entrenadores. Durante su etapa de junior -en la que ya despuntaba-, su entrenador criticaba la forma de su cuerpo. Todo ello la condujo, desde muy temprana edad, a padecer desórdenes alimenticios, tanto bulimia como anorexia. Padecimientos que ocultaba a todo su entorno.

Mientras la carrera de Gabriela iba avanzando podio tras podio su inestabilidad personal corría en paralelo. Habiendo destacado ya en su etapa junior, entró muy pronto en el equipo nacional absoluto, sólo un año después de ganar un oro en un Mundial junior. El año en que ganó ese Mundial ya debutó en la Copa del Mundo para, pocos meses más tarde, estrenarse como atleta olímpica, en los Juegos de Vancouver 2010. Entonces no llamó la atención aún. Era demasiado joven como para “dar la campanada” y convertirse en medallista olímpica, pero sus días de gloria no estaban lejanos. El cuatrienio siguiente sí se empezó a ver a una Soukalova con aspiraciones a subir al podio olímpico, cosa que hizo en Sochi en dos ocasiones, consiguiendo sendas platas en las pruebas de 12.5 km en salida en masa y en el relevo mixto.

Con su autobiografía. Foto: ČTK

Precisamente en el relevo, tanto el mixto como el femenino, iba a competir, tanto en Sochi como en otras muchas ocasiones, codo con codo junto a Veronika Vitková. Solo más tarde, en la polémica autobiografía que Gabriela sacó en 2018, saldría a la luz la penosa relación entre las dos mejores biatletas checas. Su libro titulado “Diferente” escoció y asombró por igual. En él la súper estrella mundial del biatlón daba a conocer tanto sus problemas alimenticios como su pésima relación con su compatriota Vitková, de la que en el libro dice eufemísticamente: “Cuando ella no estaba el ambiente era mejor”. Más estupor ha supuesto la confesión de sus desórdenes alimenticios. En el libro Gabriela cuenta cómo, sin ir más lejos, había “perfeccionado” la forma de sacarse la comida mediante una cuchara en su garganta. Su marido descubrió su mal sólo cuando vio una cuchara tragada accidentalmente en una radiografía de Gabriela, tan sórdido llega a ser el relato.

La autobiografía fue escrita, según confiesa la biatleta, en su época de mayor esplendor en cuanto a resultados se refiere, cuando aún pensaba que se convertiría en campeona olímpica en Pyeongchang. Ahora sabemos que su parón temporal está siendo demasiado largo, aunque surgen de vez en cuando rumores sobre su regreso. Ella, sin embargo, afirma que ahora está dedicada en cuerpo y alma en ayudar a las personas que padecen desórdenes alimenticios y a sus familiares, intentado aconsejar desde su experiencia. Su buzón de correo electrónico está bloqueado de tantos correos que recibe pero la campeona se molesta en contestar a todos los padres que la escriben.

Gabriela Koukalová es otro ejemplo más que nos muestra que la vida de los grandes campeones del deporte no es tan de color de rosa y que detrás de las medallas, además de mucho esfuerzo y entrenamiento, hay sacrificios vitales sobre los que podemos poner el punto interrogativo sobre si merece la pena o no hacerlos para convertirse en campeón.

Foto: ČTK

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *