MARÍA VASCO, PRIMERA MEDALLA OLÍMPICA DEL ATLETISMO ESPAÑOL: “EN PEKÍN 2008, LESIONADA, SALÍ A POR TODAS AUNQUE ME ROMPIESE”
Tuvieron que pasar 16 años hasta que otra atleta emulara su hito. Entre el bronce en los 20 km. marcha de los Juegos de Sidney 2000 de María Vasco y el oro de salto de altura de Ruth Beitia en Río pasaron todos esos años: casi una generación. Un largo periodo de tiempo sin medallas femeninas olímpicas en el atletismo español. La barcelonesa María Vasco fue la primera y durante demasiado tiempo, la única.
No fue extraño que María Vasco se dedicara a la marcha, tan popular en Cataluña. Habiendo nacido en el barrido de Sales -de donde procedían otros campeones como Valentí Massa, Mari Cruz Díaz o Reyes Sobrino- y siendo entrenada, entre otros, por el mítico marchador Josep Marín, María podía afrontar el futuro con ciertas garantías. Tuvo la suerte, por si fuera poco, de acudir in situ a los primeros Juegos Olímpicos que vio en su vida: los de su localidad, Barcelona. Allí vio de cerca, entre otras, la medalla del marchador español Daniel Plaza.
Además de exitosa –como veremos- la carrera de María Vasco fue prolífica: ni más ni menos que cinco Juegos Olímpicos disputados, desde los de Atlanta 96 hasta los de Londres 2012. En su segunda experiencia ya conquistó la medalla que, como nos contó a Rincón Olímpico, fue totalmente inesperada: “En el momento en que gané la medalla no la esperaba. Yo fui a intentar ganar un diploma. Fue una carrera muy diferente, en la que hubo mucho calor, hubo muchos desmayos y descalificaciones. En el momento en que se descalificó a la primera, yo iba en cuarto lugar. Eso me adjudicó la medalla”. Sus excelentes resultados en las mejores competiciones internacionales –excepto en el Europeo, donde nunca consiguió medalla y reconoce haberse “quedado con la espina del campeonato de Europa, que es lo único que me falta. Fui cuarta, tengo la medalla ´de chocolate´ pero tengo medallas de Mundial, JJ.OO., Copa de Europa, Copa del Mundo, pero no tengo del Europeo”- hacían prever que en sucesivas citas olímpicas caerían más medallas. No ocurrió en Atenas, aunque consiguiera un más que digno séptimo puesto –y, por tanto, diploma olímpico-, pero más decepcionante fue lo ocurrido en los Juegos de Pekín 2008, donde estuvo delante casi toda la prueba siendo superada a escasos dos kilómetros de llegar a la meta y finalizando en quinta posición. María nos cuenta por qué obtuvo ese resultado y no la esperada medalla: “El problema de Pekín es que yo estaba en una forma alucinante y mi entrenador pocos días antes de la carrera me dijo: “Mira, estás para conseguir una plata”. Pensé que era “una pasada”. A falta de una semana, estando en Pekín, me lesioné; me hice una distensión en el isquio. Los médicos me dijeron que probablemente no podría competir y me dediqué a caminar hasta poder ir a la competición. Cuando ya estábamos en la carrera le di la vuelta a la tortilla; sabía que era muy difícil estar delante, pero estaba muy fuerte y me dije: “Si me acabo de romper que sea delante”. Cuando me adelantaron yo no sentía el cuerpo porque iba pinchada para no sentir el dolor y llegó un momento en que ya no podía y aun así hice récord de España”.
Pese a la decepción por la medalla perdida, María Vasco tiene, de entre los cinco en que participó, a los Juegos de Pekín como sus favoritos: “por la magnífica organización. Sus Juegos son muy difíciles de olvidar en ese aspecto. Para mí han sido los mejores a pesar de que yo me lesioné estando allí sabiendo que podía hacer historia y habiendo pasado la peor carrera de mi vida; yo no recuerdo peor carrera y aun así disfruté muchísimo en ellos y me llevé una gran sorpresa y un gran aprendizaje de mí misma”. De paso, aprovechó para “engancharse”, como ella misma dice, al balonmano, en concreto el realizado por la selección masculina española “porque me parece que eran unos chicos con los que me sentía muy identificada: muy guerreros, muy luchadores. Fui a ver los partidos y todo, sobre todo porque los veía personas muy humildes”. Y de esos y otros Juegos, no puede olvidarse de las vivencias en la villa olímpica, destacando el magnífico comportamiento de Rafa Nadal, por su cercanía y disponibilidad: “Le recuerdo verle día tras día haciéndose fotos con la comida en la boca, porque no le dejaban ni comer, y nunca decía que no”.
Pese a haber sido durante tantos años la única medallista del atletismo femenino español –amén de un sinfín de medallas de gran peso en los mejores campeonatos internacionales- poco ha sonado su nombre en los medios desde que se retiró, pese a que ella está activa y relacionada con el deporte. Tanto es así, que llega a afirmar que “he estado desaprovechada, no se me ha aprovechado de mi vivencia, de mi experiencia [con cinco Juegos Olímpicos, sin ir más lejos]. Tengo muchísimo que ofrecer todavía”. Aún estamos a tiempo de colocar a María Vasco en el lugar de honor que se merece y, de paso, aprovechar sus conocimientos y experiencia revertidos en el atletismo presente y futuro.