Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 51: ATLANTA 96: LA MALDICIÓN DE ITALIA CON EL ORO OLÍMPICO DE VOLEIBOL

Permítame, lector, que narre esta final olímpica histórica desde el punto de vista del perdedor ya que éste nunca debió de haberlo sido. Y no porque la ganadora final desmereciera en su palmarés. La final que tratamos en este artículo enfrentó a las dos mejores naciones del planeta en el deporte del voleibol, pero la diferencia entre ambas no arrojaba dudas: la Italia de la mejor generación del volley de su historia tenía todas las de ganar frente a la hasta entonces “eterna segundona” (había conseguido siete segundos puestos en las competiciones precedentes) Holanda en la final de Atlanta 96.

A Italia la dirigía por entonces Julio Velasco, ya triunfador a nivel de clubes. Pero es que como seleccionador nacional de la squadra azzura había alcanzado, en los años previos a la cita olímpica de Atlanta, los Mundiales del 90 y el 94; los Europeos de 1989, 93 y 95; cinco Wolrd Leagues en 1990, 91, 92, 94 y 95. Contando con esos y otros títulos, un total de 15 oros en 18 competiciones en los años previos a Atlanta. En sus filas, lo mejor del volley mundial. Merece la pena recordar los nombres de los jugadores que componían una selección a la que sólo les faltaba rubricar su extenso y exitoso palmarés –tanto a nivel particular como a nivel de selección- con el oro olímpico: Lorenzo Bernardi (nombrado en el 2.000 el mejor jugador del siglo XX), Marco Bracci, Andrea Gardini, Andrea Giani, Samuele Papi, Luca Cantagalli, Vigor Bovolenta, Andrea Zorzi, Paolo Tofoli, Marco Meoni, Andrea Sartoretti y Pasquale Gravina componían el equipo del que todo el mundo del voleibol, no solo los tifosi italianos, esperaba ver coronados en lo más alto del podio.

Los partidos de acceso hasta la final parecían confirmar la predicción de una Italia ganadora: venció en todos ellos. En la primera fase, además, no perdió ningún set. Hay que recordar que esta final, además de su épica que pronto veremos, fue de las últimas con el viejo sistema que estuvo en vigencia años y que los aficionados de siempre siguen considerando como “auténtico voleibol”, es decir: sin la función de líbero, con sets a 15 puntos pero consiguiéndolos únicamente teniendo el servicio. Normas que, al cambiar, ofrecerían casi un deporte diferente. Se da la circunstancia que en la primera fase Italia venció a Holanda con un claro tanteo de tres sets a cero. Tras superar a Argentina en cuartos y a la potente Yugoslavia en semifinal Italia volvía a verse frente a Holanda, la cual a su vez había superado a Bulgaria en cuartos y a Rusia en semifinal.

Hay que dejar claro, eso sí, que Holanda no era ninguna medianía. En sus filas militaban grandes jugadores incluso míticos como Bas van de Goor, Guido Görtzen, Peter Blangé o Ron Zwerver, todos ellos formando parte de equipos de la potente liga italiana. Como selección había llegado a muchas finales, pero nunca conseguía rematarlas con el oro. Pero llegamos ya al 4 de agosto de 1996, día épico o fatídico según el punto de vista desde el que se mire. En cualquier caso, día histórico que los aficionados recuerdan metido en las entrañas para lo bueno o para lo malo. En el primer set Holanda sorprende a los transalpinos y vence por 15-12. Los de Velasco anulan el resultando marcándose un 15-9 en el segundo set. El tercero parecía que iba a caer del lado italiano, que llegó a estar 12-10 pero los orange consiguen tres puntos consecutivos finalizando el set con un 16-14. Ese descuido azzurro acabaría siendo fatal. Sin embargo, el cuarto set iguala el tanteo, claro, del segundo: 15-9 en favor de los mediterráneos.

Se llega al quinto y definitivo set, que se disputa también a 15 puntos pero con tantos inmediatos, sin necesidad de tener el servicio. La igualdad es máxima, consiguiéndose los puntos tanto a tanto para cada selección. Se pasa, por ejemplo, de una ventaja italiana 8-7 a otra escasa rival de 14-13. Es en ese momento cuando los holandeses gozan de un punto de partido, que no llevan a término. Incluso Italia consigue ponerse 15-14 gozando ellos, esta vez, del punto decisivo. No lo es finalmente gracias al buen hacer de Van de Goor. Con 15-15 sacan los holandeses. Consiguen el segundo match-point de su lado gracias a un error que se podría denominar estúpido: una invasión de red por parte de Italia tras unos intercambios de infarto. El último punto de partido trascurre así: saque flotante de Van de Goor que los azzurri sacan con gran dificultad. Holanda tiene la oportunidad de atacar con fuerza, pero Bovolenta defiende, le pasa la pelota a Tofoli, que a su vez la centra en Giani. Éste la lanza tocando la vara de la red, lo que supone que está fuera del campo. El punto es para los orange que, por una vez, son primeros. Lo logran en el torneo más importante y prestigioso, provocando una herida que aún late en el corazón de más de un tifoso italiano. Un resultado que, a un lado de la red escuece y mucho y al otro convierte al equipo holandés en, ni más ni menos, que merecedores del momento deportivo del siglo XX según los telespectadores holandeses. Por algo habíamos advertido de la importancia y épica de esta final olímpica.

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