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PABLO ZARZUELA, PLATA PARALÍMPICA EN RÍO: “EL DEPORTE PARALÍMPICO ES UN BIEN DE INTERÉS GENERAL”

Hermanos olímpicos, incluso medallistas, ha habido muchos. Que sean además gemelos es más raro, pero también ha habido casos. Que lo sean entre los deportistas paralímpicos es ya mucho más inusual. Sin embargo, en España hay dos gemelos medallistas en Juegos Paralímpicos: los hermanos Zarzuela, ambos en baloncesto en silla de ruedas. Pablo y Alejandro nacieron con espina bífida y sufrieron múltiples operaciones. Desde los dos hasta los 20 años se manejaron en muletas, para pasar a la silla de ruedas desde entonces por consejo médico, debido al peso que iban adquiriendo y para no dañar otras partes de su cuerpo.

Rincón Olímpico charló con uno de ellos, Pablo, que nos habló de la importancia del apoyo familiar que siempre han tenido: se han preocupado de darnos una educación que desde pequeños nos metieron a hacer natación; luego mi hermano empezó con el tiro con arco y yo el Conservatorio y luego ya los dos encajamos con el baloncesto, pero siempre hemos estado haciendo cosas que yo creo que nos han inspirado una educación y unos valores que al fin y al cabo es lo que nos ha llevado hasta aquí: los valores de la constancia, del insistir, insistir, de seguir firme para conseguir el objetivo final y acabas consiguiéndolo”. 

En ese hogar que tanto les ayudó los hermanos Zarzuela encontraron inspiración en el deporte competitivo en la figura de su padre, dos veces Paralímpico (en Atenas y Pekín) en tiro con arco: “[nuestro padre] fue el ejemplo a seguir. La constancia de estar ahí, tuviera un día malo o hiciera malo no le condicionaba, él iba. Al final nosotros ese enfoque lo hemos llegado a tener y eso marcó un poco la diferencia”. Casi coinciden en Juegos padre e hijos, pues tras la última experiencia del padre, en Pekín 2008, le siguió la de Alejandro en la siguiente cita, en Londres. “La lástima es que nos quedamos con la espinita de no haber ido los tres juntos a unos Juegos”, se lamenta Pablo.

Aunque los hermanos Zarzuela desde niños practicaban deporte, entraron en el que les ha dado fama y medallas más tardíamente y de forma casual. Nos cuenta la anécdota entre risas Pablo: “Iba paseando con mi madre por el centro de Jerez y un jugador que en ese momento jugaba en el equipo de la ciudad me paró, me dijo si practicaba algún deporte y me preguntó si conocía el baloncesto en silla. Yo no lo conocía. Me dijo que en Jerez había un equipo, me dijo el sitio y la hora de los entrenamientos, me pasé a probar y sigo probando”.

Foto de Ricardo Moraes/Reuters

Todo estaba preparado para que ambos hermanos debutaran juntos en sus primeros Juegos Paralímpicos, los de Londres 2012. Sin embargo, Pablo finalmente no pudo acudir por temas ajenos a él, algo que le enrabietó: “Tuve una escara en el glúteo que me hice el verano anterior y no se me terminó de curar. Hice todo lo posible para curarme a tiempo, estuve a muerte, pero al final no cerraba y hubo que operar. Sí que estaba dentro del equipo pero me tuve que quedar fuera porque no llegaba a tiempo. Para mí fue el momento más duro de mi carrera deportiva, sin duda”. Tanto le dolió la ausencia que ni siquiera acudió para apoyar a su equipo, del que en realidad formaba parte, y a su propio hermano: “A los primeros Juegos que asistiera en persona no podía ser como espectador. Yo sentía que mis primeros Juegos tenían que ser como deportista. Estuve muy encima del equipo, apoyándoles muchísimo, eso sí. Fui el fan número uno de ellos”. A su vuelta de Londres, Alejandro contó en familia la experiencia “flipando”. “Vino con la baba y los ojos brillosos”, cuenta su hermano. No es de extrañar, pues pudo experimentar jugar en el O2 londinense ante 20.000 espectadores, algo impensable en su día a día.

Pero la experiencia paralímpica tenía que llegar para Pablo y lo hizo en Río 2016. Al jugador se le ponen los vellos de punta al recordar el momento de su entrada en la villa olímpica. Lo relata como si mantuviera en su memoria, en sus ojos y en su piel aquel primer momento en que se sintió paralímpico de pleno derecho: “Yo entré en la villa, nos montamos en el autobús que nos llevaba a nuestro bloque y en el autobús miraba para todos los lados diciendo “Estoy dentro”. Era increíble. Simplemente por entrar. Ya ahí estaba emocionado”. Sus palabras nos transmiten su pasión por el deporte y por el movimiento olímpico. Pero no piensa aún en Tokio, porque vive pensando en objetivos a corto plazo. Su leitmotiv es “hoy voy a mejorar lo de ayer”. Pablo es un competidor nato: “Yo compito por el oro, no sé competir por la plata”, aunque le parece aún descabellado en pensar en mejorar la plata de Río con un oro en Tokio 2020.

Confiesa que se divirtió en Río como nunca jugando. “Yo no tuve presión, eso fue para mí un regalo. Regalo a tus 18 años preparándote para este momento”. Si además tuvo la oportunidad de vivir tan mágica competición al lado de su hermano, satisfacción doble. “Es muy especial jugar y entrenar con mi hermano gemelo y jugar contra él. Ambas cosas es de lo más especial que me he encontrado. El compartir la experiencia de Río con él le da un plus inimaginable. Eso ya es otra competición. Además yo compartía habitación con él y pudimos convivir las 24 horas. Eso es el mayor lujo que me ha podido regalar el deporte”. Cada vez que Pablo habla de su experiencia en Río se le alegra la cara, como cuando vivió por primera vez estar con otras 700 personas en el comedor de la villa olímpica, 700 personas “cada una de su padre y de su madre, de todos los colores posibles y todas las discapacidades posibles. Eso para mí fue una de las cosas más bonitas que viví allí, el que cada uno fuera tan diferente del otro y estar yo allí”.

Aunque Pablo Zarzuela reconoce que, desde que empezara hasta ahora ha notado un auge del deporte paralímpico a nivel de visibilidad (“las redes sociales tienen mucha culpa. Con los seguidores en ellas se nos acercan más patrocinadores”), es contundente en la falta aún de igualdad de tratamiento de los Juegos Paralímpicos respecto a los Olímpicos en Televisión Española, “una televisión pública que pagamos todos. Me da mucha pena que dé una visibilidad del deporte paralímpico en unas Paralimpiadas tan diferente a las Olímpicas, porque yo creo que el deporte paralímpico también es un bien de interés general. La final paralímpica que yo jugué la vieron 200.000 personas en Teledeporte. Creo que no son poca gente. Eso habla de números algo serio, así que se lo pueden empezar a replantear porque el tema merece la pena”.

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