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NAIM SÜLEYMANOĞLU: LOS AVATARES DEL TRICAMPEÓN OLÍMPICO QUE LEVANTABA TRES VECES SU PESO

Hay discusión sobre quién ha sido –hasta el momento- el mayor haltera de la Historia. Algunos opinan que Pyrros Dimas, particularmente los griegos, grandes amantes de este deporte. Otros, que Naim Süleymanoğlu, sobre todo los turcos, otros de los especialistas en este singular deporte individual. Será que el aire del Mediterráneo oriental tiene algo que ver.

La historia de Süleymanoğlu es particularmente atractiva, casi inverosímil. Otra de esas vidas dignas de narrarse negro sobre blanco, en celuloide o en relato oral. Nacido en Bulgaria (con el nombre de Suleimanov) de padres turcos la política, para su desgracia, ha tenido mucho que ver en su vida. Destacó en la halterofilia desde bien temprano. Con 15 años ya batió el primero de sus 46 récords del mundo a lo largo de una carrera trabada, pero que consiguió llenar de éxitos. Con esos 15 años se convirtió en el segundo hombre en levantar tres veces su propio peso. Porque Naim era pequeñito, medía sólo 1.47 m. y pesaba 60 kilos. Bien ganado, pues, su apodo de “Hércules de bolsillo”.

El joven Naim no estaba a gusto en la Bulgaria del Telón de Acero. Los tiempos eran duros entonces por aquellas tierras y más para las minorías. A Naim le obligaron a cambiar su apellido, convirtiéndolo en más búlgaro que turco. Así, pasó a llamarse Naum Shalamanov. Las autoridades búlgaras llegaron a hacer publicar una entrevista ficticia suya en la que declaraba mostrarse orgulloso de su nombre búlgaro. La política le afectó por segunda vez, y esta vez dando un zarpazo a su carrera, cuando no pudo ser olímpico por primera vez en los Juegos de Los Ángeles 84 ya que Bulgaria había boicoteado esa edición. Eso ya era demasiado para el joven Naim y ocurrió lo que ocurría en muchos casos de deportistas de élite de la por entonces Europa del Este: la deserción. Porque a Süleymanoğlu le habían hurtado el que debía haber sido su primer oro olímpico ya que, por si quedaban dudas sobre su poderío, pocas semanas después de Los Ángeles 84 levantó 30 kilos más que el campeón olímpico.

Con el oro de Atlanta 96

El haltera huyó a su país de origen, Turquía y comenzó su carrera, ya como turco, como se esperaba: ganando título tras título. Su huída fue de película de espías: por la puerta de atrás de un restaurante corriendo hacia el consulado turco, donde pidió asilo político. Incluso el entonces primer ministro tuco, Turgut Ozal, puso a su disposición un avión privado para que pisara la tierra de sus padres y que, huelga decir, le acogería con brazos abiertos. Y es que Naim Süleymanoğlu (se cambió de nuevo su apellido, esta vez a la manera turca) era una carta clara de triunfos en las máximas competiciones y, por ende, orgullo patrio para Turquía. Una inversión que daba dividendos sin riesgos. Pero la participación en la máxima cita deportiva mundial, la olímpica, no iba a ser tan fácil. Aunque Turquía acelerara la nacionalización del deportista ésta se produjo en 1986, a dos años vista de la siguiente cita olímpica, la de Seúl 88. El reglamento olímpico prevé la espera obligatorio de tres años para poder competir por otro país, salvo que el primero dé el placet al segundo. Turquía quería mostrar al mundo el poderío de su nuevo compatriota. Se impuso un desembolso considerable a pagar a Bulgaria para que diera el visto bueno a la participación olímpica de su ex atleta. Turquía se avino a pagar 1.250.000 dólares y la prohibición de que el atleta criticara en público a su antiguo país y, a cambio, tuvo su oro en Seúl. De hecho, ganó con una superioridad aplastante: 30 kilos más que el segundo y más peso que el campeón de la categoría superior ¿La medalla más cara de la historia? Menos mal –para Turquía- que al haltera  aún le quedaba cuerda para más Juegos Olímpicos y otros campeonatos, rentabilizando, en cierta medida, el desembolso. En la carrera que le quedaba llegó a lograr el oro en cinco campeonatos mundiales (había ganado previamente dos oros y una plata representando a Bulgaria) y dos Europeos (además de un bronce) pero lo que de verdad importaba eran los Juegos Olímpicos, los que dan visibilidad mediática a nivel mundial en un deporte tan minoritario.

Süleymanoğlu no falló a su nuevo país: en Barcelona 92 revalidó su título, aunque tres años antes, con sólo 22, llegó a retirarse durante dos temporadas enteras. En los Juegos de Atlanta 96 volvería a caer la victoria de su parte, pero esta vez fue más trabajada. El duelo que mantuvo con su gran rival de entonces, el griego Valerios Leonidis, fue épico, incluso el speaker del pabellón olímpico, a su término, no dudó en anunciar al público: “Acaban de ser testigos de la mayor competición de halterofilia de la historia”. El turco había conseguido levantar 187.5 kilos. Como el griego falló en su intento de levantar 190 k. el oro fue a parar a las manos de Süleymanoğlu. Tres años más tarde, a punto de acabar el mileno, la Asociación Internacional de Periodistas Deportivos le incluyó en su lista de los 25 mejores deportistas del siglo XX.

Tras Atlanta 96 volvió a retirarse, pero la posibilidad de un cuarto oro olímpico era demasiado tentadora, así que volvió a tiempo para Sidney 2000, aunque ya no era el campeón de antes y fue eliminado al no lograr levantar 145 k. En su carrera había llegado a levantar 190 kilos.

Poseedor de la Orden Olímpica, en 2009 sufrió un ataque al corazón tras una convulsión epiléptica. Una vez retirado del deporte la política ha vuelto a cobrar un papel importante en su vida, aunque esta vez de muy distinto signo. En 1999 se presentó a la elecciones generales como independiente para representar a Bursa en el Parlamento turco. Más tarde pasó al partido de extrema derecha Acción Nacionalista, aunque con éste no ha tenido la misma suerte y no ha conseguido ser elegido en sucesivas ocasiones. Nos interesa más su faceta de deportista, en la que marcó un antes y un después en su deporte, aportando un sello propio. Su fuerte era, paradójicamente tratándose del deporte de la fuerza física por excelencia, la presión psicológica sobre sus oponentes que se basaba en dos estrategias: hacer pasar su turno para que se agotaran sus rivales y luego ir él directamente con pesos muy altos en su primer (y a veces único) intento, más que el resto. Süleymanoğlu llegó a levantar su peso multiplicado por tres en diversas ocasiones, pero el dato más apabullante es que, de no haber sido tan pequeño se calcula que habría podido levantar la descomunal cifra de 505 kilos.

2 Comentarios

  • Leticia de Depor

    Naim Süleymanoğlu es uno de esos deportistas que destaca no solo por sus dotes de atleta, sino también por su perseverancia y ganas de salir adelante ante cualquier adversidad. Campeón mundial de halterofilia desde muy joven es sin duda un referente muy importante de los juegos olímpicos. Como bien indicas su participación en el levantamiento de pesas marco un antes y un después. A pesar de no ser muy alto podía levantar más de tres veces su peso.

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