Entrevistas

CARLOS COLOMA: “NO ME CONFORMABA CON MENOS DE UNA MEDALLA EN RÍO 2016”

Seamos sinceros: tras una trayectoria de décadas y con dos Juegos Olímpicos ya a sus espaldas la vida de Carlos Coloma cambió de rumbo en el transcurso de una hora y media el 21 de agosto de 2016. Ese día disputaba su tercera participación olímpica, en Río. Estaban a punto de clausurarse los Juegos y el mountain bike, su especialidad, componía la última prueba del calendario. El aficionado español ya no esperaba más agradables sorpresas. Pero entonces llegó este riojano, a punto de cumplir 35 años, para proporcionar la última medalla sorpresa, algo que él mismo tiene asumido: Mi medalla ha sido un cúmulo de circunstancias para bien, a nivel de repercusión mediática, de repercusión entre el público, a nivel de patrocinadores y de gente que antes no me conocía. Por supuesto mi medalla no suma más que el resto, pero era un domingo por la tarde a una hora muy buena para el horario español, era la última. Esa hora y media que dura mi prueba dio tiempo a que el boca a boca hablase de una posible medalla en un deporte que nadie contaba con ella y que enganchó a mucha gente. Fue un cúmulo de circunstancias y, entre ellas, que la gente no contaba con esa medalla”.

Pero Carlos Coloma sí que contaba con esa medalla, tanto que llegó a “hartar” a su preparador físico con esa seguridad que tenía en conseguirla: “Había dicho muchas veces que no me conformaba con menos que con medalla. Mi preparador físico me decía que no lo repitiese tanto porque era casi imposible que lo consiguiese, que al final iba a quedar como un fracaso si conseguía un quinto u octavo puesto. Por suerte ese punto de locura interna o de garra que tiene un deportista de alto nivel me ha hecho llegar a tocar medalla. Detrás ha habido mucho trabajo, mucha ilusión y mucho trabajo en el apartado psicológico”. Tras un año –el de 2013- prácticamente en blanco por lesión -“pasé de estar el número doce del mundo a estar el 350”- el ciclista consiguió su mejor ránking –el número 7- el año preolímpico: “eso era señal de que estábamos trabajando en una buena línea y que la medalla estaba muy complicada, pero por lo menos la línea era ascendente y podíamos soñar con ella”.

Se preparó para los Juegos de Río de una forma insólita en un ciclista: como si fuera un boxeador. El medallista olímpico nos explica el porqué: “Tuve una doble operación en 2013. Para recuperar el hombro y coger la fuerza y la movilidad necesarias el COE, tanto el doctor Esparza como el doctor Abellán y los preparadores físicos, confiamos en que el apartado de boxeo, sobre todo en pretemporada, me iba a ir muy bien. Lo metimos plenamente en la preparación. Había gente que me decía que me estaba confundiendo, pero por suerte, después de un trabajo muy duro, el resultado se vio en forma de medalla de bronce, con lo cual sigo trabajando duro, con los pies en el suelo y caminando firme hacia Tokio”. Ya ven que Tokio 2020 está en su punto de mira. Sería su cuarta Olimpiada, aunque pudo haber otra más, la primera y nunca competida, la de Atenas 2004: “Yo era el segundo español en el ránking mundial y se decidió llevar al cuarto clasificado. Al final es parte del camino a seguir; yo no lo echo en cara a nadie, y menos ahora que tengo un diploma y una medalla, pero yo ya llevo clasificando a España desde Atenas. De todo se aprende”. Muy filosófico y optimista nos pareció en todo momento Coloma en la entrevista. Respira olimpismo y así lo quiere mostrar al resto, especialmente quiere ser ejemplo para los niños y que, siguiéndole, se aficionen a su deporte: “El sentirme parte de la familia olímpica para mí es un orgullo y transmitírselo a los jóvenes -y a mis hijos- y que vean los Juegos Olímpicos como un sueño a conseguir y como algo que cuesta mucho, mucho, mucho y que hay que trabajar cada día y ser ejemplo del esfuerzo, de no coger atajos ni hacer trampas, para mí es un orgullo poder decirlo abiertamente. Ojalá seamos ejemplo para muchos políticos y para mucha gente, que muchas veces miran el beneficio suyo y no el beneficio global. Hay que trabajar duro por el beneficio global, como hacemos los deportistas”.

Tras el primer revés de no poder debutar en unos Juegos Olímpicos en Atenas se estrenó en los de Pekín, de los que recuerda que “[allí] vivimos una forma de organización e infraestructuras como son en China, todo a lo grande. Había muchísimos voluntarios. Son un ejemplo de disciplina”. Más le marcaron los de Londres, a los que califica de “un ejemplo de seguridad; nos sentimos súper protegidos. Los ingleses son súper metódicos y todo funcionaba muy bien y siempre quieren ser ejemplo de que lo hacen mejor que nadie”. En la capital británica se gestó la explosión que tuvo en Río, pues en Londres 2012 ya obtuvo un diploma olímpico. Así calificó su actuación allí el propio ciclista: “Para mí fue una carrera prácticamente perfecta. Estuve muy cerca de las medallas. El diploma era el puesto más lógico, como casi lo hubiese sido en Río, lo que pasa es que en Río ya tenía más experiencia. Había trabajado muy duro el último año y me había centrado más en lo que es la carrera olímpica. En Londres terminé muy contento. Al final el diploma estuvo de diez”. Londres fue, pues, el primer paso que le ayudó para conseguir la valiosa medalla en Río: ”La peculiaridad con Río era que ya me lo creía más, sabía que estaba más cerca de las medallas y enfoqué el año al 100% en esa medalla que mucha gente pensaba que era imposible, pero por suerte la he conseguido. Trabajando duro y soñando alto y trabajando muy, muy centrado en un sueño se puede conseguir todo”.

Queremos saber cómo vivió desde dentro Carlos Coloma esa carrera que paralizó una tarde de verano en España. Él nos cuenta cómo lo vio en primera persona: “Sobre la pista de Río había tres campeones olímpicos que eran el primero, el segundo y el que llegó octavo. Cuando me puse a tirar con Nino [Schurter] y [Jaroslav] Kulhavy hubo un momento que mucha gente se pensó que estaba loco, pero la verdad es que vi que el día estaba acompañando mucho. Cuando vi que Absalon se había quedado, decidí que era el día de mi vida y que tenía que tirar para adelante con todo. Hubo momentos en los que pensé que podía ganar la carrera cuando me quedé y me cogió [Maxime] Marotte por detrás. Físicamente iba muy bien, pero él no estaba dispuesto a colaborar. Yo tampoco le iba a hacer la carrera para enganchar con los de delante, que estaban muy cerca, para luego al final quedar cuarto. Hubo un momento en que tuve la mente muy fría y trabajé para conseguir el bronce; no es que fuera ni mucho menos pecar de falta de ambición, pero los dos primeros estaban en otro nivel. Pero el bronce sabe a oro”. Fue la última medalla en Río para España y la única del ciclismo, un ciclismo que como reconoce el propio Coloma “tenía pendiente muchas medallas olímpicas y por varias circunstancias no se pudieron conseguir. El mountain bike, por suerte, cogió una que era casi inesperada”.

Caso curioso este de Coloma: consiguió la medalla de bronce en un deporte de los menos seguidos durante el año y, sin embargo, se convirtió en una de las más mediáticas. Fue un bronce olímpico que el ciclista reconoce sabe mejor que las medallas de un Mundial: “Después del trabajo que me ha costado conseguir este bronce y ver la repercusión que tiene, que ese día la carrera la ve mucha gente fuera del mundo del ciclismo, es evidente que tiene mucha más repercusión y trasfondo que un Mundial. A pesar de lo bonito que es que te pongan el jersey arcoíris, después de haber visto todo lo que mueve una medalla, que haya gente que te vea como un referente y que te haya visto esa tarde de domingo y que te digan que les he alegrado la tarde eso no tiene comparación con nada. Me emociono cada vez que lo recuerdo”.

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