Parejas olímpicas

SERGUEI GRINKOV Y EKATERINA GORDEEVA: LA MEJOR PAREJA DE PATINAJE QUE FINALIZÓ EN TRAGEDIA

El siguiente relato es una historia de superación y éxito deportivo, una historia de amor y una tragedia personal con muerte incluida. Lo tiene todo para convertirse en una novela o película. Y todo lo que a continuación vamos a contar les pasó a unos campeones olímpicos (perdón, bicampeones) en plena carrera deportiva. Ellos fueron los rusos Serguei Grinkov y Ekaterina Gordeeva. Formaron una de las mejores parejas del patinaje artístico, cortada de raíz por la muerte de él. Sabemos el final, trágico. Vayamos al principio.

El principio ve a un Serguei niño muy apto para la práctica deportiva en una por entonces Unión Soviética que buscaba campeones. Con cinco años empieza en el patinaje y, según se va formando y creciendo, su entorno se percata de que sería mejor patinador en la modalidad de parejas, más que en la de individual que practicaba en sus inicios. Tenía por entonces 14 años, edad en la que sellaron su destino, al unirlo desde el comienzo con una pequeña de tan solo diez años: Ekaterina Gordeeva. Ya nunca más se separarían. Muy pronto comenzaron sus éxitos, primero en el campo junior y, desde 1986, en el senior con el primero de sus cuatro Mundiales. Era el comienzo de algo que parecía imparable. Juntos parecían ganarlo todo, cuanto menos no bajar del segundo puesto. Así ocurrió en cinco Mundiales, cuatro Europeos, tres –prestigiosos- campeonatos nacionales de Rusia, pruebas del Grand Prix, cuatro de lo que entonces se denominaba “Mundiales profesionales” e infinidad de otras competiciones. Hasta 25 llegaron a ganar y, si no lo hacían, nunca bajaban del segundo cajón del podio. Y eso que sufrieron, como en aquel insólito percance del que fueron víctimas en el Europeo de 1987. Comenzado su ejercicio, los jueces pararon la música porque se apercibieron de que Grinkov tenía mal atado un patín. Ellos no se detuvieron y realizaron todo el programa sin ella. Una vez acabado, no les puntuaron porque sin el elemento musical no está permitido patinar. No pudieron repetir su ejercicio debido al agotamiento.

Gordeeva y Grinkov destacaron también en los Juegos Olímpicos, como no podía ser de otra manera. En los dos en los que participaron –Calgary 88 y Lillehammer 94- ganaron el oro. Entre medias de ambas citas habían empezado a realizar exhibiciones, que en su época eran prácticamente la única fuente de ingresos en el patinaje. Otras parejas aparecieron, pero ellos siempre despuntaron sobre todos. Entre ambas citas también, Ekaterina y Serguei se convirtieron en pareja sentimental, matrimonio y padres de una niña. No es de extrañar, pues, que patinando juntos se apreciara su complicidad. La magia surgía espontánea en sus actuaciones, durante las cuales los ojos de uno no se despegaban de la otra y viceversa. Se llegó a decir que eran la mejor pareja de todos los tiempos. Se dijo también que su patinar era tan suave, tan etéreo, que parecían flotar.

Año y medio después de su segundo triunfo olímpico ocurrió lo imprevisto: era noviembre de 1995. Ekaterina y Serguei se encontraban en Lake Placid, Estados Unidos, entrenando para su inminente gira. Serguei se desmayó y falleció al poco de un ataque al corazón. Solo después los médicos descubrieron que el patinador tenía bloqueadas las arterias y más tarde hicieron otro descubrimiento: le encontraron una alteración en un gen que provoca infartos prematuros. Su caso se hizo tan famoso que ese gen tiene ahora el nombre de “el factor de riesgo de Grinkov”. Tras acusaciones a servicios médicos por no haber efectuado chequeos más profundos, siendo deportistas de élite, a Ekaterina le tocó pasar un duro periodo de duelo. Tuvieron que transcurrir unos meses para que encontrara la fuerza suficiente para volver a patinar en público. Y lo hizo para y “con” Serguei. Fue en una gala homenaje al patinador fallecido. Ella dijo que sentía como si Serguei patinara a su lado. Ekaterina, su pareja de siempre, le dedicaría un libro (“Mi Serguei: una historia de amor”) y un documental. Durante un tiempo Gordeeva siguió patinando como solista y más tarde esporádicamente al lado de otros grandes patinadores en exhibiciones. Su historia no acaba aquí, pues se casó tiempo más tarde con otro grande del patinaje: Ilia Kulik, campeón olímpico a su vez en Nagano 98, pero eso es otro cantar, u otro patinar…

Foto de Corbis/VCG via Getty Images

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