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JEFF BLATNICK, EL LUCHADOR QUE GANÓ EL ORO OLÍMPICO TRAS SUPERAR UN CÁNCER

Probablemente no hayan oído nunca el nombre de Jeff Blatnick, del cual hablamos aquí por su excelente trayectoria en Juegos Olímpicos, pero además de ser un campeón olímpico Blatnick tiene una gran historia humana detrás. Nacido en el estado de Nueva York en 1957 Jeffrey Carl Blatnick entró en los anales olímpicos de su país, potencia olímpica, al convertirse –junto a Steve Fraser- en el primer estadounidense en ganar una medalla de oro olímpica en lucha grecorromana. Ocurrió en casa, en Los Ángeles 84, pero muy bien podría haberse adelantado el hecho cuatro años antes si su país no hubiera boicoteado la edición anterior, celebrada en Moscú, para la que Blatnick se preparaba a conciencia.

Tras la mala suerte de pillarle en su mejor momento un boicot, llegó la recompensa a la espera y a tanto entrenamiento. Su deporte, claramente minoritario y necesitado de patrocinio, no le daba para vivir, así que tras la frustración de los no-Juegos de Moscú 80 Jeff Blatnick tuvo que ganarse la vida de portero en un local de Minocqua, Wisconsin. Su físico, indudablemente, ayudó.

En plena preparación para la cita más deseada, la de los Juegos en casa del 84, la vida le dio otro tortazo a Blatnick. En 1982 se le diagnosticó linfoma de Hodgkin, por culpa del cual le extirparon tanto el apéndice como el bazo. Parecía que su sueño olímpico iba a ser irrealizable.

Pero los deportistas de élite están hechos de otra pasta, son luchadores por naturaleza y Jeff Blatnick no iba a ser una excepción. Se recuperó y retomó los entrenamientos. Pocos habrían pensado que, con solo dos años de distancia, podría competir en los Juegos de Los Ángeles. Y no solo lo hizo, sino que se subió a lo más alto del podio. Allí también cumplió otro sueño que poquísimos deportistas tienen el honor de realizar, pues fue el abanderado de su país, en su caso en la ceremonia de clausura. Estaba dispuesto a seguir con su carrera olímpica, pero un nuevo golpe le impidió hacerlo. El cáncer había vuelto y esta vez el tratamiento de quimioterapia no le permitió continuar con los entrenamientos. Tuvo que retirarse y, de esta manera, a la cita de Seúl 88 acudió, sí, pero como comentarista televisivo.

Desde su retirada el ex campeón olímpico no dejó de pelear por su deporte, tanto por la especialidad que le convirtió en campeón olímpico como por la de las llamadas artes marciales mixtas. Respecto a la lucha grecorromana de diversas maneras: como comentarista televisivo, dando charlas motivacionales, entrenando de forma voluntaria en un instituto de Nueva York y en su puesto de director para el estado de Nueva York de USA Wrestling, el equivalente a la Federación Nacional de Lucha. Para las artes marciales mixtas Blatnick fue fundamental en su constitución. Incluso se dice que fue él quien dio nombre a esta modalidad deportiva. Realizó muchas tareas que sirvieron de empuje a este moderno deporte, bien desarrollando su reglamento, bien comentando los combates en televisión, bien codificando el manual que está aún hoy vigente. Viajó por todo Estados Unidos concienciando a los no iniciados y cambiando la percepción negativa que muchos tenían sobre la posible violencia de esta modalidad. Se considera a Blatnick como el gran impulsor de este deporte en sus peores y más arduos tiempos.

Respetado y con un parque con su nombre en su localidad natal –Niskayuna, Nueva York- donde se pueden practicar varios deportes, Blatnick murió a una edad temprana, 55 años, no a consecuencia del cáncer sino de complicaciones en una operación de corazón. Su vida, en definitiva, estuvo llena de obstáculos que fue superando y venciendo uno a uno, en el aspecto deportivo y en el personal.

Foto de Springfield College

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