BEATRIZ FERRER-SALAT: “ME ALEGRO DE HABER CONTRIBUIDO A DAR A CONOCER LA DOMA EN ESPAÑA”
Beatriz Ferrer-Salat ha respirado el olimpismo en casa desde siempre, al haber sido su padre presidente del Comité Olímpico Español, pero ese ambiente favorable y predispuesto no le quita mérito para ser una pionera de un deporte que en España no tenía visibilidad alguna hasta que llegaron sus triunfos: la doma: “Cuando hay un deportista que destaca en un deporte minoritario ese deporte sube mucho en el país. Me alegro de haber contribuido a esto”, comentó a Rincón Olímpico. Su amor por el deporte y los animales también contribuyeron muy mucho a que Beatriz se decantara por la doma: “Empecé montando en un bosque de la Costa Brava, de niña, por una casa que tenían mis padres, en verano. Luego ya quise tener mi caballo y mi padre me dijo que me harían socia del Club de Polo y empecé a montar en invierno. Mi primera clase me la dieron con 15 años. Luego empecé a competir en doma y me gustó. Elegí la doma porque quería tener un caballo para cuidarlo”.
Al celebrarse los Juegos Olímpicos en su ciudad natal la joven Beatriz se preparó para cumplir el sueño de representar a su país en su propia casa. Para ello tuvo que realizar el sacrificio de tener que marcharse al extranjero: “Me fui a vivir a Alemania porque España estaba cerrada por la peste equina. No me clasifiqué para Barcelona pero ya me quedé allí. Para Barcelona 92 no estaba aún preparada”. No pudo competir en esa edición olímpica, pero desde entonces no ha faltado a ninguna de las que la siguieron, con sus más y sus menos: “He estado en seis ediciones olímpicas. En la primera ocasión, Atlanta 96, viví la gran ilusión de vida, que era ser olímpica, por eso me pareció fantástico. En Sidney fue cuando empecé con mi caballo Beauvalais y ya quedé décima y quintos por equipos, por lo cual ya ves que vas avanzando. En Atenas fue cuando gané las dos medallas; luego ya retiré el caballo –Beauvalais-. En Pekín 2008 viví mi peor momento, cuando no pude competir porque se lesionó mi caballo Fabergé. El llegar a Hong Kong después de todo el entreno y que el caballo se lesionara fue muy, muy duro. En Londres fui de reserva porque mi caballo Delgado se lesionó un mes antes y fui con un segundo caballo de reserva. Y en Río también he estado contenta con el resultado”.
Como es obvio, sus mejores recuerdos olímpicos los dejó en la cuna del olimpismo, Atenas, donde Ferrer-Salat se convirtió en el primer español en conseguir una medalla en su deporte:”Me siento por ello orgullosa. Trabajé mucho para ello. Todo fue muy bien, el caballo estaba en una forma muy buena y yo también. Yo sabía que cabía la posibilidad de ganar medalla. Siempre pensé que había tres medallas por equipos para seis equipos y tres medallas individuales para seis-siete jinetes. Osea: fue, como podía no haber sido”. Porque fueron dos y no una las medallas que conseguiría esta amazona en Atenas 2004: una plata por equipos y un bronce individual, entre las que se resiste a elegir una como favorita: “Siempre hace mucha ilusión que todo el equipo pueda ganar una medalla, pero individualmente también”.
Al estar en constante contacto con un caballo su deporte posee unas características de las que carecen la mayoría. Ferrer-Salat nos desgrana las mismas: “Para cualquier deporte de alto nivel hay que ser muy tenaz y constante. En la doma yo creo que hay que ser elegante, hay que tener mucho sentimiento con el caballo y ser muy, muy perfeccionista. También el caballo tiene que tener unas características para servir para la doma: tiene que tener buenos movimientos, tener buena cabeza, es decir, que colabore. Para mí también es importante que sean agradables en el contacto en la boca, cuando les coges de las riendas que no tiren demasiado, etc.”. Y no pensemos que en la doma se descuida el aspecto físico. Beatriz, al menos, entrena siete horas al día y dos horas y medio más de preparación física tres tardes a la semana.
Sobre la eterna cuestión entre porcentajes de mérito deportivo entre jinete y caballo Ferrer-Salat lo sitúa en un 50/50, añadiendo que “en diferentes caballos que he tenido a unos les podía pedir más cosas que a otros. Hay caballos que te lo ponen más fácil y otros que te lo ponen muy complicado. Siempre hay caballos con los que te entiendes mejor que con otros o que tu estilo de montar quizá se adapte más a unos que a otros. Los caballos son muy nobles. Te entienden bien; a mí me entienden muy bien, a mí me transmiten muchísimo, tanto pie a tierra como montando y te lo dan todo. Si los tratas bien, te lo dan todo”.
El problema que plantea su deporte es la falta de visibilidad que tiene, aunque, como nos contó la amazona catalana, “la FEI está intentado buscar otras fórmulas de competición para que sea más emocionante porque, claro, un Gran Premio son a lo mejor 50 caballos.“Tragárselos” todos para gente que no entiende mucho es un poco aburrido y están intentando dar con fórmulas para que sea más atractivo para el público y para la Prensa. Han aprobado un formato nuevo para los próximos Juegos y luego con la música yo creo que lo ha popularizado muchísimo. El nuevo formato concentra los buenos para que la televisión no tenga que esperar a muchos participantes hasta que salgan los buenos y así todos los buenos salgan juntos”. Y es que su deporte es muy técnico, más difícil de disfrutar como espectador si uno nunca se ha acercado al mismo, porque, como nos decía Beatriz: “la doma hay que verla mucho para saber si están bien ejecutados los ejercicios, para entender lo que valoran los jueces…”.
Para Beatriz los Juegos Olímpicos significan “la culminación de muchísimas horas de entreno, de sacrificio y de la ilusión de poder estar ahí con los mejores atletas del mundo. Para la doma es lo más, casi la única ocasión en la que es visible. Los Mundiales y otras competiciones no tienen nada que ver de repercusión mediática como los Juegos Olímpicos”. No en vano, como dijimos, Beatriz vivió el olimpismo desde niña: “En casa se hablaba mucho de olimpismo. Yo creo que mi padre ayudó también a conseguir los Juegos para Barcelona y ya cuando vives los Juegos en tu ciudad lo que quieres es representar a tu país. Yo he vivido mucho en casa el espíritu olímpico. Éramos muy amigos de Juan Antonio Samaranch, al que también le acompañé a Juegos de Invierno”.
Por último, la amazona nos desvela un secreto que quizá le ayudase, muy indirectamente a alcanzar sus éxitos en Atenas 2004: “Tengo una amiga que hace como limpiezas de cuerpo y para ir a Atenas me buscó una piedra para mí y otra para el caballo. Cuando llegué allí tuve que buscar un sitio y enterrar las piedras, dar gracias al sitio por poder estar allí, por poder competir…y la verdad es que me fue muy bien”.
La propia Beatriz Ferrer-Salat nos resumió, finalmente, su credo en este deporte: “Mis dos grandes pasiones son el deporte y los animales; la hípica asocia estos dos conceptos. Elegí en concreto la doma porque es muy estiloso, muy elegante. Soy perfeccionista y va mucho con mi carácter”.