Legendarios

VIKTOR AHN: VENGANZA EN FORMA DE MEDALLAS

Ahn Hyun-soo era ya un prestigioso plurimedallista olímpico cuando provocó, a su pesar, una polémica en su país de origen. Este patinador de short-track surcoreano (la gran potencia por excelencia de este deporte invernal), descontento con el trato de su Federación, realizó un veloz cambio de nacionalidad, casi tan veloz como los giros a la pista de sus éxitos deportivos. Y se cambió hasta de nombre, pasando a llamarse Viktor Ahn (lo que tiene, a su vez, su historia).

Vayamos paso a paso: Ahn se aficionó al deporte que le reportaría gloria olímpica observando al héroe nacional Chae Ji-hoon ganando medallas en los Juegos de Lillehammer. Empezó a entrenar con Kim Ki-hoon, a su vez poseedor de tres oros olímpicos. El entrenamiento se hizo duro: hasta diez horas diarias. Así llegó el joven Ahn a su primera cita olímpica, la de Salt Lake City en 2002, pero tuvo mala suerte al tomar parte en la infausta carrera de los 1000 metros con una caída múltiple que quedará en los anales del olimpismo. Sin medalla olímpica, el hoy Viktor Ahn empezó a coleccionar éxitos a nivel mundial hasta llegar a su consagración en los Juegos de Turín de 2006. Allí ganó en los 1000 y los 1500 metros, así como en el relevo de los 5000 m. Con esos registros se convirtió en segundo surcoreano de la historia en ganar tres oros en unos Juegos Olímpicos, a los que habría que sumar un bronce en los 500 m.

Los problemas para el todavía surcoreano llegaron tras el Mundial de 2006. A su llegada al aeropuerto, su padre le esperaba tras haber mantenido una fuerte discusión con el vicepresidente de la Federación de Patinaje de Corea, pues en su opinión el entrenador había conspirado contra su hijo, junto con otros patinadores para evitar victorias de Ahn. La situación se volvió tan peliaguda que le pusieron a trabajar con el entrenador de las mujeres, separándole así del resto del equipo. La tensión se cortaba con un cuchillo: el resto de patinadores se negaban a cenar en la misma habitación que él, sentarse a su lado en los viaje de avión, ¡incluso compartir el mismo suelo! En su página web personal Ahn llegó a escribir que la presión que sentía era tal que se pensaba seriamente abandonar el short-track.

Foto de Vladimir Pesnya/ Sputnik

Pese a todo, siguieron sus éxitos deportivos pero la decepción llegó esta vez en forma de lesión, producida en 2008. Eso le produjo saltarse campeonatos, lo que puso trabas a su siguiente clasificación olímpica. Sin poder competir en el Mundial de 2009 solo le quedaba para calificarse para Vancouver 2010 acabar entre los tres primeros de los Trials nacionales (de gran nivel siempre en su país). Como no lo consiguió no pudo acudir a la cita olímpica y ahí es cuando se acelera su proceso de separación con la Federación de su país, que tendría como consecuencia final su nacionalización con Rusia.

La situación era incómoda para el patinador en su país, por lo que decidió marcharse. Curiosamente, y según una encuesta realizada en Corea, la mayoría de sus ex compatriotas, lejos de tacharle de traidor, afirmó comprender las razones del alejamiento de Ahn de su país natal. El patinador se encontró entonces ante una encrucijada: ¿qué nuevo país elegir? Al parecer se inclinaba más por Estados Unidos, pero el equipo americano ya tenía buenos elementos, no le necesitaba. Y, sobre todo, el proceso de nacionalización allí llevaría demasiado tiempo y papeleo. Rusia ofrecía mucho más: nacionalización extremadamente rápida y facilitada, necesidad de crear un equipo de garantías –inexistente entonces-, con apoyos para el short-track y unos Juegos Olímpicos en casa (los de Sochi 2014) a la vuelta de la esquina en los que querían hacer un buen papel y, no menos importante, Rusia le ofrecía una considerable ayuda económica. Así, sin lazos previos con el país ni conocimiento de su idioma el bautizado como Viktor Ahn (tomó el nombre por el significado de “victoria” y en homenaje a Viktor Tsoi, famoso cantante ruso-coreano muerto trágicamente en accidente de coche) el ya ex coreano pasó a defender la bandera rusa.

Y Viktor Ahn no defraudó en Sochi a sus nuevos compatriotas, proporcionándoles cuatro medallas, tres de ellas de oro. Escoció aún más para los surcoreanos el hecho de que por primera vez en mucho tiempo esa potencia del short-track se fuera de vacío de una cita olímpica. Para más inri los próximos Juegos de Invierno se celebran en Corea del Sur y Viktor se está pensando acudir (dependerá de su forma física en ese momento). Más medallas suyas para otro país del que hasta hace poco fue su ídolo sería difícil de soportar para los aficionados surcoreanos.

Foto de Ivan Sekretarev (AP)
Foto de Ivan Sekretarev (AP)

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