Camino a Río,  Entrevistas

RAY ZAPATA: “NO CONSEGUIR MEDALLA EN RÍO NO ES UNA DECEPCIÓN”

Rayderley Zapata Santana, más conocido como Ray Zapata, poco podía sospechar de niño que en los Juegos a celebrarse en Río en 2016 iba a caer sobre sus hombros la responsabilidad, presión y peso de conseguir medalla en un deporte considerado rey dentro de los olímpicos para una nación -España-, a miles de kilómetros de su Santo Domingo, con tradición relativa en medallas en la gimnasia artística. Por entonces, antes de cumplir los diez años –edad en la que se trasladaría a Lanzarote-, Ray no practicaba deporte alguno. Ni siquiera veía las Olimpiadas por la tele. Cuando llegó a España se apuntó un poco casualmente en la gimnasia y acertó de pleno, dado que el hispano-dominicano tiene una admirable capacidad de salto.

Un nombre destaca en sus comienzos: el de Gervasio Deffer, gimnasta tres veces medallista olímpico y espejo donde se mira Ray. Gervi vio en él talento y le animó. Ray vio por primera vez unos Juegos Olímpicos mediante una actuación del catalán y se enganchó: Yo creo que lo primero que vi de unos JJ.OO. era gimnasia porque yo no hacía deporte de pequeño y cuando llegué a Lanzarote con diez años me apunté a la gimnasia, Un día mi madre me puso la tele y me dijo: “¡Mira, el deporte que haces!” y estaba justo puesto Gervasio Deffer y entonces ya le vi y me llamó la atención su capacidad de salto, pero yo realmente no le conocía. Unos años más tarde ya le conocí en un campeonato de España y para mí fue un privilegio conocerle”. Los halagos de Zapata hacia Deffer no cesan: “veía por la tele a Gervasio Deffer, que salta un montón. Le gusta mucho saltar, igual que a mí. Yo le veía y flipaba; era increíble para mí ver a Gervasio Deffer saltar y cómo lo hacía además, clavando, con perfecta ejecución y luego conseguía su medalla, así que para mí ha sido el máximo referente”.

La relación no se ciñó a una relación admirador-ídolo, ni mucho menos. Deffer tiene mucho que ver en que hoy Zapata haya llegado a ser quien es: “Empecé a entrenar con él. Me enseñó bastantes valores del deporte y me ha dado muchos consejos: que siempre entrene como el que más y que solo piense que voy a hacerlo y que voy a hacerlo muy bien. Que no piense en lo que vaya a pensar la gente, lo que vaya a hacer el otro, si alguien se ha caído o ha fallado. Que haga lo que yo sé hacer y he entrenado”.

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Ray Zapata sobresale en suelo y salto, para los que tiene cualidades innatas. Ha llegado a crear un elemento propio, el “Zapata” (doble mortal hacia adelante con un giro y medio) que parece que finalmente decidió no atacar en Río porque el fallarlo le supondría muchos puntos y necesita aún pulirlo en competición. Su palmarés consentía que él, su entorno y la afición española soñaran con una medalla, pues viene de un bronce en suelo en el último Mundial, y así nos lo confesaba pocas semanas antes de los Juegos “las expectativas de medalla son posibles ¿por qué no luchar por ello? Intentaré luchar al máximo”, contó a Rincón Olímpico el propio Zapata. Sin embargo, “No conseguir medalla realmente no será una decepción para mí porque yo de pequeño ya soñaba con ir a unos Juegos y estaría súper conforme. Ahora lucho porque sé que puedo estar entre los mejores y, si no es posible. No será una decepción. No todo el mundo puede ir a unos Juegos Olímpicos. Es un privilegio”.

Tanto se habla de los éxitos de este gimnasta que el joven Ray –tiene 23 años- podría haber sentido la presión de una medalla, la suya, que puede que se encuentre entre las más ansiadas de toda la expedición hispana: “En parte a veces sí que me siento un poco presionado pero yo cuando voy a competir no tengo que pensar en lo que piense la gente, en qué expectativas hay sobre mí. Yo intento hacer lo mío, hacerlo lo mejor que puedo, intentar colarme en la final y, una vez en la final, siempre puede pasar cualquier cosa”. El aspecto mental en su deporte, como en todos, es fundamental. Parece tenerlo superado Ray, quien se caracteriza por una concentración máxima durante la competición: “Siempre sabes quiénes son tus rivales, pero ellos también pueden fallar igual que yo puedo fallar. No todos son máquinas. Yo intento no mirarles mucho ni ver qué nota han sacado. Yo compito y que sea lo que dios quiera”.

Aunque hace cinco años casi abandona el deporte por causas económicas, una oportuna beca le salvó de una retirada prematura. Pese a todo, Ray es consciente de que, cuando se le acabe la vida de la alta competición, ha de buscarse una nueva profesión. Ser bombero es la que más papeletas tiene. Pero, de momento, se prepara para conseguir su sueño olímpico. Un mes antes de los Juegos nos decía: “Me encuentro muy bien. He subido la dificultad de los ejercicios para estar en lo más alto del podium. Primero  hay que intentar entrar en la final. Como en todos los campeonatos de gimnasia, puede pasar cualquier cosa. Hasta ahora no lo tengo todo perfecto aún (finales junio) porque tengo que limpiar mucho, intentar hacer todo perfecto para llegar a tope, a punto, sin ningún margen de error. Mis expectativas son de poder estar en el podium; con cualquiera de los tres colores de medalla me conformaría. Yo de pequeño soñaba con ir a una Olimpiada. Solo con ir ya cumplo mi sueño y, si tengo oportunidad de estar entre los mejores, ¿por qué no luchar para estar ahí?”. Poco podía sospechar el español con este alarde de optimismo que algún error en exceso en la calificación le impediría finalmente participar en su ansiada final olímpica. Tokio 2020 espera.

Entrenando en el CAR de Madrid poco antes de Río 2016
Entrenando en el CAR de Madrid poco antes de Río 2016

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