Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 20: SHIN A-LAM SE QUEDA SIN LA FINAL DE ESPADA POR UN FALLO TÉCNICO

Sí, Londres 2012 proporcionó momentos antológicos, como el histórico récord de medallas de Phelps, o las de los héroes locales, como Sir Chris Hoy. Grandes campeones que se retiraban aumentaban su medallero personal, otras figuras nacían. Grandes equipos se confirmaban mientras que surgían nuevas potencias. Pero nadie puede negar que uno de los momentazos de esos Juegos los protagonizó una deportista de un deporte minoritario y de un país que no es precisamente una gran potencia del deporte: nos referimos a la tiradora de esgrima surcoreana Shin A-lam.

ExCel londinense, 30 de julio. Acabando la tarde, pasadas las 7, se disputaba la semifinal de espada femenina. Nuestra protagonista se enfrentaba a la vigente campeona olímpica, el oro en Pekín 2008: la germana Britta Heidemann (detalle a tener en cuenta, porque un oro olímpico pesa y, en este caso, pudo haber pesado en la decisión arbitral final). Están muy igualadas. Llegan al final empatadas a 5 estocadas. El empate favorecía a la coreana, que pasaría así directamente a la final (en esgrima hay tiradores favorecidos en el momento final según el desarrollo del encuentro en caso de empate). Quedaba un segundo…un segundo que duró demasiado y durante ese “segundo” la alemana consiguió su sexta estocada, que la convertía en la ganadora.

Todos, no solo Shin A-lam, sino el pabellón entero y los espectadores desde casa, vieron que se había producido un fallo técnico o humano debido al cual el cronómetro no se puso en marcha: o la persona encargada no lo hizo a tiempo o simplemente falló la mecánica del reloj. En cualquier caso parecía palpable que el reloj no se había puesto en marcha y fue durante ese largo segundo cuando se produjo la estocada final. Es más, la misma surcoreana, que en ese “segundo” final ya había repelido un par de ataques, pudo haberse dejado tocar por la alemana al estar convencida de que el tiempo ya había pasado.

Foto de Getty Images

A partir de ahí se produjo una serie de acontecimientos que bordean el bochorno y hasta la chufla y entran de lleno en el sonrojo. En primer lugar el equipo surcoreano realizó la correspondiente reclamación. Para ello tuvieron que depositar dinero. Este procedimiento es normal en las competiciones pero ¿deben entremezclarse en los Juegos Olímpicos asuntos de dinero? La decisión final llevó mucho tiempo, demasiado. Durante ese intervalo el público abucheaba indignado la decisión y Shin A-lam proporcionaba al mundo una de las imágenes de los Juegos de Londres: sentada sin abandonar la tarima donde se disputan los enfrentamientos y hecha un mar de lágrimas. Largos 25 minutos –casi tan largos como el segundo final- en los que no paró de llorar.

La decisión se hace firme: los jueces no se bajan del carro y no admiten lo evidente, así que Heidemann pasa a la final. Shin, descontenta, decide no abandonar su sentada. En parte porque, en caso de abandonarla, supondría su aceptación oficial de la derrota y su marcha definitiva como perdedora del embite. Entre la larga deliberación arbitral y la negativa de la tiradora los tiempos se alargan –de nuevo, como el segundo final- de tal manera que se retrasa todo el calendario, incluidos los encuentros para disputar el oro y el bronce. Finalmente, tras 70 minutos, Shin se retira. Disputa el bronce pero lo pierde. Se va de Londres sin medalla. La Federación Internacional de Esgrima decide entonces concederle una “medalla especial” en reconocimiento a “la aspiración de ganar y el respeto a las reglas”. Sin embargo, rechazaría la que se llegaría a llamar como “la medalla de la vergüenza”.

Shin A-lam no logró su objetivo pero sí ocupó portadas y minutos en los medios de comunicación mundial. Hasta se realizó un vídeo-parodia con figuras del Lego. ¿Alguien no aficionado a la esgrima se enteró, por cierto, de quién ganaría finalmente el oro? Sería la ucraniana Yama Shemayakina.

Foto de AP
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