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KAREN MAGNUSSEN: DEJAR EL PATINAJE POR INTOXICACIÓN DE AMONIACO

Karen Magnussen, patinadora artística canadiense última campeona del mundo femenina para su país, ha dedicado su vida al patinaje desde los seis años, cuando su madre la llevó a practicar por primera vez ese deporte. Desde entonces –ahora cuenta con 63 años- no ha dejado de dedicarse a él de alguna u otra forma y no tenía pensado hacerlo, pues como entrenadora pensaba seguir en el patinaje “incluso octogenaria”, como ella confiesa, lo cual es el caso común en muchos entrenadores de élite. Pero ha tenido que apartarse de su deseo y su dedicación desde el 28 de noviembre de 2011.

Magnussen, que había logrado la plata olímpica en 1972 y pilló una revolución en su deporte –fue sustituida la prueba de “figuras obligatorias” por el programa corto, apoyando el programa largo-  tuvo que dejar de aspirar a volver a representar a su país en Juegos Olímpicos al convertirse en profesional en 1973 (en aquella época profesionalismo y olimpismo eran incompatibles). Se dedicó tras su retirada por entero a entrenar en diversos clubes, hasta recalar en el North Shore Winter Club de Vancouver. Allí incluso tuvo oportunidad de aplicar su deporte a jugadores de hockey hielo, ayudándoles a mejorar su equilibrio, filos, etc.

Pero el día de marras de 2011, cuando Karen entraba en el recinto para dar una clase, fue golpeada por una explosión de amoniaco. Al toser le entró más de ese elemento químico en la garganta, abrasó sus cuerdas vocales y entró de lleno en los pulmones, aparte de afectarle a los ojos.

El incidente afectó a la entrenadora más de lo que se pudiera pensar: la tos persistió durante meses, las 24 horas del día. De hecho ha de tomar esteroides para ayudarla en la respiración. Eso le produce desagradables efectos secundarios, como es que ha ganado unos 27 kilos de peso. Karen ha acabado con artritis reumatoide que ataca a su sistema inmunitario. Y, lo que puede ser incluso peor para ella: tuvo que dejar de trabajar, algo que le ha afectado psicológicamente.

Foto de Bill Keay-PROVINCE PNG
Foto de Bill Keay-PROVINCE PNG

El daño económico no es baladí, pues Magnussen ha dejado de recibir compensación. Su club no ha contactado con ella desde el hecho. Lo peor es que se podía haber evitado. La fuga de amoniaco fue debida a un fallo en un surtidor. Se ha demostrado con posterioridad que los empleados no estaban lo suficientemente cualificados para tratar la unidad de refrigeración. Por si fuera poco, una investigación de la cadena televisiva canadiense CBC ha demostrado que en los meses anteriores al accidente inspectores de trabajo habían detectado numerosas violaciones de la seguridad, decretando que el equipamiento de la seguridad, entre otras cosas, era inadecuado, así como que los trabajadores estaban expuestos a material peligroso. ¿Más fallos? El club carecía de un plan de evacuación, no había señales de peligro, un sistema de alarma defectuoso, ¿hace falta seguir con la cantidad de errores fatales?

Karen sigue ahora una lucha legal con el club para conseguir al menos dinero con el que poder sobrevivir. Su situación económica es tal que en  marzo de 2015 la comunidad del patinaje canadiense se unió para la recaudación de fondos, mediante la realización de una gala benéfica en el Minoru Arena de Richmond. El mundo del patinaje quería, de esta manera, devolver a Magnussen algo de lo que ella ha dado: medallas y campeonatos a su país, y sus conocimientos a centenares y centenares de jóvenes patinadores (incluso jugadores de hockey).

Foto de Jerry Cooke /Sports Illustrated/Getty Images
Foto de Jerry Cooke /Sports Illustrated/Getty Images

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