Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 2: TRES PRÓRROGAS PARA GANAR UN ORO

Barcelona, 11 de agosto de 1992. Jornada de clausura de los esperados Juegos en suelo español. Poca tela que cortar el último día pero en el calendario se ha reservado la jornada para la final masculina de waterpolo, un deporte minoritario en España pero cuya selección, con potentes jugadores de clase internacional entre los que destaca Manel Estiarte, había dado ya muestras de su poderío al haber conquistado sendas medallas de plata en los Mundiales y Europeos celebrados el año anterior contra un mismo rival, Yugoslavia, ausente de Barcelona 92 por la guerra de los Balcanes.

Todo, pues, a favor de una consagración por todo lo alto del equipo de casa. Su trayectoria en el torneo olímpico había sido, de hecho, casi impecable al no haber sido derrotada por ninguna selección en todo el campeonato cediendo, eso sí, un empate ante Italia, precisamente su rival en la final.

Foto de iljournal.it

Italia también era una de las selecciones favoritas por su historia, palmarés y jugadores. Como lo eran a priori Rusia o Hungría. Pero el ambiente desde las jornadas previas a que comenzaran los Juegos era de aplastante confianza en el conjunto español de waterpolo. En palabras de su estrella Manel Estiarte eran los “Juegos de casa” y hasta los jugadores españoles iban de chulitos, como de amos del cotarro en la Villa Olímpica. La presencia del rey Juan Carlos I y de 20 000 espectadores llenando las piscinas Picornell daban un poco de presión, por si ya era poca jugar una final olímpica.

El partido no defraudó a nadie, quedando para la historia como una de las mayores glorias olímpicas y, definitivamente, una de las finales en absoluto más emocionantes. Italia comenzó bien, llegando a tener hasta en tres ocasiones ventajas de tres goles, pero algunas decisiones arbitrales favorecieron sutilmente al equipo de casa, según se quejarían los italianos una vez acabado el partido. Arbitraje casero, como se suele llamar. En cualquier caso, y como bien decía el mítico waterpolista Eraldo Pizzo: “Nunca he visto un arbitraje que haga perder al equipo más fuerte”. Polémicas aparte, España consigue empatar el encuentro a 37 segundos del final y llegar, de esta manera, a los tiempos suplementarios…¡que llegaron a ser hasta tres divididos en dos partes cada uno!

Final épica, por tanto. El desarrollo de los tiempos extras era digno de una película de intriga, apto para el paladar más exigente en cuanto a emoción se refiere. En la segunda prórroga Estiarte marca un penalti que pone a España 8-7 a 42 segundos del final. Con el público en delirio Massimiliano Ferreti les lanza un jarro de agua fría a veinte segundos del final, empatando. Vayamos rápidamente al sexto tiempo suplementario: Nando Gandolfi coloca un 9-8 a sólo 32 segundos del final que llegaría a ser definitivo, a pesar de un palo posterior de Miki Oca, que pone el corazón en un puño a los seguidores de ambos equipos.

Estiarte confesó que al pitar el final del encuentro él llegaría a sentir dolor físico y mental, aunque, también que “los Juegos de Barcelona no fueron una cosa más. Fueron muy especiales. Cuando pienso en ellos aún se me dispara el corazón. Pese a perder la medalla de oro, fueron los mejores”. Sandro Campagna, (integrante de esa selección que se daría en llamar Il Settebello) por su parte, declararía tras conseguir el oro: “Hemos vencido contra los árbitros y con el contraataque, que era la única manera de ganar porque no nos pitaban ninguna falta en ataque”.

Esta final dio mucho que hablar, como se ve. España se vengaría en los siguientes Juegos, los de Atlanta,  pero eso es otra historia…

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