Uncategorized

VLADIMIR SMIRNOV: SU MUERTE CAMBIÓ UN DEPORTE

Es triste que un deportista trimedallista olímpico (consiguió las tres medallas en diferentes categorías de la esgrima en Moscú 1980) haya quedado para la historia por su muerte en plena competición. El soviético Vladimir Smirnov murió en pleno combate en los Mundiales de Roma 1982 cuando su oponente, el tirador alemán Matthias Behr, rompiera el filo de su espada, la cual penetró su máscara, le atravesó el ojo y entró en su cerebro. Muerte instantánea, aunque fue mantenido en coma cerebral durante nueve días.

Al menos su muerte no fue en balde, ya que marcó un antes y un después en la seguridad de este deporte. A raíz de dicho accidente mortal muchas cosas cambiaron en la esgrima: los trajes pasaron a hacerse con otro material de fibras especiales, tales como el kevlar o el nylon balístico, mientras que las máscaras actuales resisten fuerzas enormes y son tres veces más resistentes respecto a las anteriores. Las armas también han dejado de hacerse de acero de carbono.

Smirnov moriría con 28 años dejando una prometedora carrera que ya contaba con un importante palmarés, habiendo ganado múltiples medallas en diversos campeonatos.

Vladimir, como tantos deportistas de élite, había probado en su infancia muchos otros deportes (hockey, baloncesto, fútbol) hasta que dio con el que le proporcionaría la gloria olímpica. El técnico Yevgueni Siromiatnikov le invitó a probar este deporte al que el joven Volodia se acercó por su carácter romántico de otros tiempos. Y se quedó para siempre en la esgrima. Fue atrayendo la atención de entrenadores colocados más arriba en el escalafón de las selecciones, hasta alcanzar formar parte de la siempre potente escuadra soviética.

Smirnov, imbuido totalmente en este deporte, pasaba las noches de concentración pensando en nuevos trucos, que pasaba a ensayar a la mañana siguiente. En 1977 fue notorio que Volodia era capaz de formar parte con garantías del combinado soviético que tenía ante sí el reto de unos Juegos Olímpicos en casa. Por entonces su máximo rival era su compañero Alexander Romankov, que había sido medallista en Montreal 76. Smirnov, a diferencia de su compañero, era reservado, cauto y tenía la capacidad de disputar los momentos más tensos en la competición. Los Juegos de Moscú resultaron ser, en efecto, una emocionante competición disputada entre soviéticos.

Curiosamente, en el Mundial que siguió a Moscú y antecedió el de Roma donde Smirnov perdiera la vida, otro tirador -Vladimir Lapitski- salvó la vida por un pelo cuando una punta de la hoja se colocó en la zona del corazón de Lapistki . En ese caso el deportista tuvo suerte, al ser mitigado por una costilla el golpe.

En Lugansk, ciudad natal de Smirnov, se lleva a cabo anualmente una competición en su nombre pero el mejor legado es que no han vuelto a producirse muertes en la esgrima.

 fencing-future-com

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *