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LA AGENDA 2020: LA REVOLUCIÓN FORZOSA EN EL COI

A principios del siglo XXI el COI se dio cuenta de que el mundo avanzaba a una velocidad mayor a la suya y que, por tanto, debería hacer cambios. El movimiento olímpico, que no había parado de crecer –sobre todo a raíz del mandato presidencial de Juan Antonio Samaranch- temía un parón que se vio materializado en la renuncia de importantes ciudades (la mayoría europeas) a ser candidatas para organizar ediciones de Juegos Olímpicos a la que ya se habían postulado como precandidatas. En dichas ciudades –también norteamericanas-, los gobiernos locales, como muestra de democratización, habían ofrecido a sus ciudadanos participar activamente en la decisión de organizar o no unos Juegos, en forma de referenda. En absolutamente todos ellos ganó el NO. ¿Las razones alegadas? Excesivos gastos para una “fiesta particular de los miembros del COI”. Entre otras cosas, habían salido a la luz gastos excesivos provocados por miembros del COI y exigencias incluso extravagantes de la máxima autoridad deportiva. Los ciudadanos se plantaron: no iban a financiar los lujos de los directivos del máximo organismo olímpico. Como consecuencia, numerosas ciudades de prestigio y tradición en competiciones internacionales simplemente se retiraron, dejando la elección de las sedes definitivas tanto en número como en calidad de candidatos baja, seamos sinceros. Diversos Juegos se han celebrado y se celebrarán en el candidato “menos malo”, lejos de lo deseado por el propio COI. Se imponía una revolución desde dentro. Era el momento de reconsiderar las propias bases.

Esa revolución, nacida en el seno del propio COI a instancias de su presidente Thomas Bach, se llama Agenda 2020, la cual se aprobó en Mónaco en 2014 y consta de 40 puntos. Resumiéndolos, serían estos los temas principales:

Cambios en el proceso de candidatura, aplicando racionalidad para convencer de lo positivo que es para las ciudades –y los países- organizar unos Juegos, a nivel deportivo, económico, social y, ahora más que nunca, medioambiental. Para ello el COI tiene que hacer el esfuerzo para explicar a las ciudades candidatas que “unos Juegos no son un gasto y una fiesta, sino un proyecto de futuro”, como explica Pere Mirò, director general adjunto del COI. La existencia de déficits y los llamados elefantes blancos ha retraído a ciudades candidatas para seguir el proceso (y a otras a ni siquiera presentarse). El COI ya no busca, como antes, la inversión en grandes instalaciones que se quedan sin usar, tras haber realizado un gran gasto. Ese objetivo ha dado un giro de 180º y ahora se pide otro tipo de legado, más intangible, que perviva en la ciudad para que haya un antes y un después de unos Juegos. Para ello, la Agenda ofrece 118 medidas, todas con el fin de ofrecer una mayor flexibilidad por parte del COI al no ser tan rígidos con las condiciones. La relación entre COI-Comité Organizador debe ser ahora no de cliente-proveedor, sino de socios que se ayudan mutuamente. La ayuda ha provocado ahora un mayor diálogo entre ambos organismos, así como una orientación por parte del COI para dinamizar los proyectos. Además, se han reducido los costes en la fase de candidaturas. Un ejemplo práctico: hoy en día no tienen por qué realizarse todas las pruebas en un mismo país; de esta manera, no existe la obligatoriedad, por ejemplo, en el caso de los Juegos de Invierno, de construir la costosa pista de bobsleigh/luge/skeleton, sino que se puede usar una ya existente en otro país (como ha propuesto, sin ir más lejos, la candidatura de Estocolmo, que usaría la letona ubicada en Sigulda). Otros costes que han sido siempre muy criticados pasarían a ser sufragados por el COI, como los gastos de viajes y alojamientos de sus miembros, etc. Se ha calculado que estas medidas de ahorro podrían llegar a alcanzar entre 1.000 a 500.000 mil millones de dólares en el caso de los Juegos de Invierno. Otro de los aspectos claves que ha querido subrayar el COI es hacer hincapié en los principios de sostenibilidad y legado en las candidaturas, así como en el día a día del movimiento olímpico. El COI y las ciudades sede se comprometen a reducir las emisiones de carbono, por ejemplo.

Aunque la Agenda 2020 se aplicará realmente a partir de los Juegos de Invierno de 2026 ya se han visto sus efectos en los Juegos de Tokio 2020, en los cuales ya se han reducido sus costes hasta en 3.700 millones de euros.

Fortalecimiento de los principios de buena gobernanza y ética- Es indudable que se han sucedido casos de corrupción que han salpicado incluso a miembros del COI. El más destacado, el de sobornos en la compra-venta de votos de miembros del COI para otorgar a Río la organización de los Juegos. El COI había perdido credibilidad. En este punto también incide Pere Mirò afirmando sobre el COI: “Debemos ser campeones en el buen gobierno”, para seguir defendiendo los valores del olimpismo y acabar con la lacra del dopaje –una de las mayores manchas del deporte de alta competición-. Para mejorar la mejor gobernabilidad, el COI se apoya ahora más en otras instituciones deportivas, tales como Federaciones Internacionales, Comités Olímpicos Nacionales, ligas profesionales, etc. Pero siempre con los atletas como centro de todo y estando en el corazón de la nueva filosofía del COI. Para que quede constancia del cambio efectuado, aumentará la monitorización de los cargos y se aumentará la transparencia. También se limita la edad máxima de los cargos.

-Fortalecer los principios de no discriminación de la orientación sexual, así como llegar a la igualdad de género– Ha habido medidas que ya se han aplicado, fundamentalmente desde Pyeongchang 2018, como el aumento de pruebas mixtas. También se quiere llegar a la plena igualdad y para ello se estimula la participación de la mujer y la creación de más oportunidades en los Juegos para las mujeres.

-Lucha contra el dopaje y protección de los atletas limpios– Para ello el COI ha creado un fondo de 20 millones de dólares y ha cambiado su filosofía en cuanto al dopaje. Su endurecimiento contra los dopados se vio en los Juegos de Pyeongchang, en donde los atletas rusos, aparte de no poder representar a su país, tuvieron que demostrar estar más limpios que ningún otro atleta olímpico. Los atletas limpios que han de recibir medallas olímpicas tras haber descalificado a los primeros medallistas han de ser honrados en ceremonias formales acorde con el valor que supone una medalla olímpica.

-Moverse a un programa olímpico basado en las pruebas más que a uno basado en los deportes- Esto significa que cada vez estarán presentes en los Juegos más deportes pero algunos perderán pruebas ya existentes para no disparar el número de atletas y pruebas. La Agenda 2020 también ha establecido los números del programa olímpico: 10.500 atletas, 5.000 acreditados y 310 eventos en cuanto a Juegos de verano se refiere, mientras que los de invierno contemplan 2.900 atletas, 2.000 acreditados y 100 eventos.

-La Agenda 2020 también creó el Olympic Channel, canal olímpico en varios idiomas con transmisiones de campeonatos y un amplio número de series de programas dedicados a los atletas y el movimiento olímpico. Se trata, en definitiva, de una plataforma que, por una parte, da a conocer el rico archivo del COI (se ofrecen transmisiones completas de Juegos pasados) y, por otra, pretende enganchar a las nuevas generaciones con el fenómeno olímpico, así como mostrar el entorno de los atletas más allá de unos Juegos.

-Relanzar los Juegos de la Juventud y programas como “Olimpismo en acción”.

-Finalmente, se pretende extender los valores olímpicos mediante la educación, con iniciativas diversas, sin olvidar la colaboración con la UNESCO.

Foto del COI

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